
El sueño es un proceso biológico esencial para el crecimiento y el desarrollo saludable de los niños. Sin embargo, la calidad del descanso puede verse comprometida por factores ambientales, entre ellos, el calor extremo característico de la temporada de verano. Las altas temperaturas nocturnas no solo generan incomodidad, sino que también pueden alterar la arquitectura del sueño y provocar despertares frecuentes, afectando el bienestar general de los más pequeños.
¿Por qué el calor afecta el sueño?
Durante la noche, el cuerpo humano experimenta un descenso natural de la temperatura interna, lo que facilita la conciliación y el mantenimiento del sueño. En ambientes calurosos, este proceso se ve dificultado, lo que puede acortar la fase de sueño profundo y aumentar los despertares (Okamoto-Mizuno & Mizuno, 2012).
En los niños, este efecto es aún más pronunciado, ya que su capacidad para regular la temperatura corporal no está tan desarrollada como en los adultos.
Consecuencias del sueño interrumpido en verano
- Reducción del sueño profundo
El calor puede reducir el tiempo en las fases de sueño profundo, esenciales para la recuperación física y la secreción de la hormona del crecimiento. - Mayor irritabilidad y fatiga diurna
La falta de descanso reparador repercute en el estado de ánimo, la concentración y la energía de los niños. - Impacto en el sistema inmunológico
Un sueño deficiente puede afectar la capacidad del organismo para combatir infecciones. - Deshidratación nocturna
La sudoración excesiva durante la noche, combinada con una ingesta insuficiente de líquidos, aumenta el riesgo de deshidratación.
Estrategias para proteger el descanso de los niños en verano
- Mantener la habitación fresca: Utilizar ventiladores, aire acondicionado o mantener las ventanas abiertas durante las horas más frescas del día.
- Ropa ligera y transpirable: Optar por pijamas de algodón que favorezcan la ventilación.
- Hidratación adecuada: Asegurar que el niño consuma suficiente agua durante el día para compensar la pérdida de líquidos.
- Evitar actividad física intensa antes de dormir: Esto puede elevar la temperatura corporal y dificultar el inicio del sueño.
- Rutina relajante nocturna: Baños tibios, lectura o música suave pueden ayudar a contrarrestar la incomodidad del calor.
Cuándo buscar ayuda profesional
Si, a pesar de implementar estas estrategias, el niño presenta insomnio, despertares frecuentes o somnolencia excesiva durante el día, es recomendable acudir a un especialista en sueño infantil. Una evaluación temprana puede descartar otros factores que estén afectando el descanso.
El calor extremo es un factor ambiental que puede alterar de forma significativa el descanso infantil. La adopción de medidas preventivas y el monitoreo de la calidad del sueño durante el verano son esenciales para garantizar que los niños mantengan un desarrollo físico y cognitivo adecuado. En KIDDEN, ofrecemos orientación especializada para optimizar el descanso y el bienestar de tu hijo en cualquier época del año.
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