
Muchos padres enfrentan la misma situación cada día: el reloj marca la hora de levantarse, pero sus hijos permanecen profundamente dormidos y el proceso para despertarlos se convierte en una batalla. Aunque puede parecer simplemente pereza o falta de hábito, detrás de esta dificultad para levantarse pueden existir causas relacionadas con el sueño, la respiración, los hábitos diarios o incluso el estado emocional del niño. Comprender estos factores es fundamental para ayudar a los pequeños a comenzar el día con energía y en mejores condiciones para aprender y crecer.
El papel del sueño en el despertar infantil
El sueño cumple funciones vitales en el desarrollo infantil: desde la consolidación de la memoria hasta la regulación de hormonas del crecimiento y procesos metabólicos. Cuando el descanso no es suficiente o no tiene la calidad necesaria, el niño puede tener dificultades para despertar y mantenerse alerta durante el día.
La Academia Americana de Medicina del Sueño (AASM) recomienda que los niños en edad escolar (6 a 12 años) duerman entre 9 y 12 horas por noche, mientras que los adolescentes necesitan entre 8 y 10 horas (Paruthi et al., 2016). Sin embargo, múltiples estudios muestran que un porcentaje importante de niños duerme menos de lo recomendado, lo cual impacta en su capacidad para despertarse con facilidad.
Posibles causas de la dificultad para levantarse
- Privación de sueño
Acostarse tarde, uso excesivo de pantallas o rutinas poco estructuradas retrasan la hora de dormir y reducen el tiempo total de descanso. - Alteraciones respiratorias durante el sueño
Problemas como respiración oral, ronquidos o apnea del sueño afectan la oxigenación cerebral, generando un descanso poco reparador. Un niño con apnea obstructiva del sueño puede dormir muchas horas, pero aun así despertar cansado (Marcus et al., 2012). - Falta de rutinas consistentes
Los horarios irregulares para dormir y despertar desajustan el reloj biológico, haciendo más difícil que los niños inicien el día con energía. - Factores emocionales
Estrés escolar, ansiedad o problemas familiares pueden interferir con el sueño profundo y con el deseo de levantarse por la mañana. - Alimentación y hábitos
Cenas abundantes, consumo de bebidas con cafeína o dulces antes de dormir pueden alterar el sueño y prolongar el despertar.
Consecuencias de un mal despertar
- Irritabilidad y cambios de humor en la mañana.
- Bajo rendimiento escolar debido a la falta de atención.
- Somnolencia diurna que interfiere en la participación en clase.
- Posible asociación con problemas de crecimiento si el sueño profundo se ve constantemente interrumpido.
Estrategias para mejorar el despertar en niños
- Establecer horarios consistentes: acostar y levantar al niño a la misma hora todos los días, incluso en fines de semana.
- Limitar pantallas antes de dormir: evitar el uso de dispositivos electrónicos al menos una hora antes de la hora de acostarse.
- Promover una rutina relajante nocturna: lectura, música tranquila o actividades de relajación ayudan a inducir el sueño profundo.
- Cuidar la higiene del sueño: un cuarto oscuro, silencioso y fresco favorece el descanso.
- Evaluar la respiración nocturna: si existen ronquidos, pausas respiratorias o respiración bucal, es importante consultar con un especialista.
- Fomentar actividad física durante el día: el ejercicio regular ayuda a conciliar y mantener un sueño reparador.
La dificultad para levantar a los niños por la mañana no siempre es una cuestión de voluntad o disciplina. En muchos casos, está relacionada con la calidad del sueño, la respiración y los hábitos diarios. Prestar atención a las señales y buscar ayuda profesional puede mejorar no solo las mañanas en casa, sino también el rendimiento escolar, la salud emocional y el bienestar integral de los pequeños.
En KIDDEN, contamos con especialistas que pueden ayudarte a identificar si la dificultad para despertar se debe a un problema del sueño o de la respiración, y acompañarte con soluciones personalizadas para tu hijo.
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