
Comer con la boca abierta suele percibirse únicamente como un hábito poco estético o de falta de modales, pero en la infancia puede ser un reflejo de un problema más profundo relacionado con el desarrollo dental, la respiración o la función orofacial. Identificar este comportamiento en los niños no solo ayuda a mejorar sus hábitos sociales, sino también a detectar alteraciones que pueden influir en su salud general.
¿Por qué los niños comen con la boca abierta?
Existen diversas causas que pueden explicar por qué un niño mastica o respira con la boca abierta mientras come:
- Respiración oral
La causa más frecuente es la dificultad para respirar por la nariz debido a alergias, adenoides inflamadas o desviaciones en el tabique nasal. Los niños que respiran por la boca tienden a mantenerla abierta constantemente, incluso durante la alimentación. Estudios han mostrado que la respiración oral puede afectar el desarrollo facial, con maxilares más estrechos y problemas de mordida (Souki et al., 2009). - Mala alineación dental o problemas de mordida
Maloclusiones como mordida abierta, sobremordida o mordida cruzada pueden dificultar la masticación adecuada, obligando al niño a abrir más la boca durante el proceso. - Déficit en la coordinación orofacial
Algunos niños presentan dificultades en la coordinación de los músculos de labios, lengua y mandíbula, lo que se traduce en hábitos como masticar con la boca abierta o deglutir de manera atípica. - Falta de hábitos adquiridos
En ocasiones, el niño no presenta ningún problema médico o estructural, pero no ha sido guiado en hábitos de alimentación adecuados. La educación y el ejemplo en la mesa son clave para corregirlo.
¿Qué consecuencias puede tener este hábito?
Comer con la boca abierta no solo afecta a nivel social, también puede tener repercusiones en la salud oral y general:
- Problemas digestivos: al no masticar adecuadamente los alimentos, se dificulta la digestión y se incrementa el riesgo de molestias gastrointestinales.
- Mayor riesgo de atragantamiento: los niños que no cierran la boca al masticar pueden no triturar bien la comida.
- Alteraciones en el desarrollo facial: la respiración oral crónica y los hábitos asociados pueden modificar la forma del paladar y la posición de los dientes.
- Impacto emocional: en la escuela o en reuniones familiares, el hábito puede generar comentarios o burlas que afecten la autoestima del niño.
Señales de alerta en casa
Los padres pueden observar estas situaciones para detectar si el hábito tiene un origen clínico:
- El niño respira con frecuencia por la boca, incluso fuera de las comidas.
- Ronca o presenta pausas respiratorias durante el sueño.
- Mastica con dificultad o tarda demasiado en comer.
- Se queja de molestias nasales frecuentes o congestión.
Si notas estas señales, lo recomendable es acudir con un especialista para una valoración.
¿Cómo ayudar a tu hijo a corregirlo?
- Revisar la respiración nasal: si tu hijo no puede mantener la boca cerrada al comer, es importante descartar problemas respiratorios con un pediatra u otorrinolaringólogo.
- Evaluar la mordida y alineación dental: un odontopediatra puede detectar si hay maloclusiones que dificultan la masticación.
- Trabajar la función orofacial: en algunos casos, se requiere terapia miofuncional para fortalecer la coordinación de lengua, labios y mandíbula.
- Fomentar buenos hábitos en la mesa: dar el ejemplo, recordar de forma positiva la importancia de masticar con la boca cerrada y evitar regaños excesivos.
Comer con la boca abierta en los niños puede ser más que un simple hábito. En muchos casos, es un indicador de problemas de respiración, mordida o coordinación orofacial que deben atenderse a tiempo. Detectar y corregir este comportamiento de manera temprana no solo favorecerá su salud, sino también su seguridad emocional y social.
En KIDDEN, contamos con especialistas que pueden ayudarte a identificar la causa y acompañar a tu hijo en el proceso de corrección. Una evaluación temprana puede marcar la diferencia en su desarrollo.
También te podría interesar este artículo: ¿Tu hijo tarda mucho en comer o mastica de un solo lado? Esto podría indicar un problema en su mordida.